lunes, 26 de mayo de 2014

¿Qué es educar?

Te llamo «amiga» y bien puedes ser desde luego «amigo», pues a todos y cada uno de los

maestros me refiero...” con estas palabras da comienzo el prólogo y plantea el tema principal del libro "El valor de educar" el autor.
 

La minusvaloración de los maestros, posicionado su oficio en escalafones sociales inferiores por falsas creencias de enseñanza básica necesaria (o tradicional) pero poco utilitaria, es la pieza clave del rompecabezas. El problema surge en el momento que se plantea la educación en la escuela como una mera educación impuesta pero poco fructífera en cuanto a resolución de situaciones futuras más complejas. Esto deriva en la creación de un concepto social de inferioridad hacia este sector poblacional, que viene dado tanto desde autoridades políticas como en los propios pensamientos y comentarios de las gentes. La frase “pasar más hambre que un maestro de escuela” es un claro ejemplo de esta extendida idea social. Los de arriba son los que han precipitado hacia ese caída a los maestros y estos “dichos” son la evidencia de lo ocurrido, y uno de los problemas que más afecta en este ámbito, el cuál, Fernando Savater apoya, y sobre el cuál manifiesta su posición de que sin ellos, sin la previa inculcación que realiza la escuela y sus maestros, no sería posible llevar a cabo correctamente y con rigor las enseñanzas superiores. La necesidad de una mayor aportación tanto de dar importancia a este ámbito como una mayor inversión en este es la conclusión a la que me gustaría llegar y dar como opción posible para solucionar esto que ocurre.



Complementando con las ideas del segundo tema de este libro, que aborda la problemática acerca de la educación 'clásica' (transmisión oral, popular...) frente a la inculcación de conocimientos y valores con visión de superación futura, un buen argumento que ataca esta situación que viven los maestros es el de que, las enseñanzas 'superiores' que se conciben como mejores y más importantes, no tendrían ningún sentido sin la anterior inculcación de valores y conocimientos tales como la lectura o la escritura y la compresión y asimilación de conocimientos, tan necesarios para un correcto desarrollo académico.



La experiencia, un valor, unos conocimientos que se adquieren de esta, que no pueden ser transmitidos más que por los que anteriormente tuvieron esas vivencias, es otro de los argumentos que se vuelcan sobre esta problemática. El tiempo es un factor que rige a la sociedad y la hace actuar acorde a este y plantearse visiones de pasado, presente y futuro. El limitar la educación a la adquirida por la influencia paterna o materna y al mero aprendizaje de un oficio, único conocimiento previo del progenitor, o al conocimiento transmitido oralmente es un error que no conduciría a ningún tipo de evolución ni desarrollo orientado a mejorar el futuro del ser humano tanto como ser como cabeza pensante. Y este error se encuentra paliado por estos maestros, que transmiten esa información y conocimiento general para ayudar a dicho desarrollo humano, pero estos en lugar de ser mejor cuidados, son tratados con desconsideración, tanto los que ejercen esta profesión como los que se forman para ejercerla.



Podríamos definir todo esto con un sin fin de palabras que quizás no expresaran suficientemente lo verdaderamente necesario que es promulgar una actitud social que de mayor importancia a estos educadores. Solucionar esto tomando medidas políticas que lleven a la sociedad a cambiar su opinión sobre estos educadores a la que se merecen, es una medida que debería ser abordada y planteada seriamente.

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