martes, 27 de mayo de 2014

El perdedor y la derrota: ¿Como lo solucionarías tu?


El ganar o perder es uno de los roles que se deben asumir en el deporte. Y más en el deporte competitivo. No son roles asumidos durante el transcurso del partido o competición. No. Todos estos sentimientos de victoria o derrota vienen después. A los ganadores se les aclama con aplausos, palabras de enhorabuena, felicitaciones, abrazos... Mientras que el perdedor queda desplazado a un segundo plano.



Todo esto viene, a que, estas conductas de celebración de la victoria y de rechazo de la derrota, incluso de humillación hacia los perdedores, han creado esa característica competitiva que tantas connotaciones negativas entraña: El mal perder.



Tras un recuento electoral, sólo importa quién es el ganador. Todos los demás son perdedores.”
(Winston Churchill).



Esta frase refleja claramente, aunque se encuentre dentro del ámbito de la política, lo que vemos en el deporte. Estas maneras de pensar y de actuar frente al ganar o perder, son las que han provocado todo esto. Niños que se ensañan con sus rivales en el terreno de juego simplemente porque han perdido, y sienten impotencia, rabia, inferioridad... Eso es muy triste. Y es muy triste porque, no solo existe el problema de ese niño, sino que, además, detrás de ese niño habrá un pésimo entrenador. Un entrenador que no sabe educar a sus deportistas. Un entrenador que no ha sabido abordar ese problema y ponerle solución, ni trabajar con sus deportistas para hacerles ver que de la derrota se pueden sacar cosas productivas también.



¿Como solucionaríamos esto?



El trabajo y la constancia hacen llegar a grandes metas. Pero factores inmediatos que se dan en ciertas ocasiones pueden hacer que todo ese esfuerzo y dedicación parezca que “no vale para nada”.



Me refiero al futbolista que, después de duros entrenamientos, llega al terreno de juego y, por circunstancias de ese momento, no se encuentra en sus mejores facultades. Ese futbolista que al final del encuentro pierde y se siente mal porque ese día su cuerpo no estaba al 100%. Y en lugar de asumir la derrota y saber que eso no es más que un aprendizaje y una experiencia más que le ayudará a mejorar en el futuro, se pone hecho una furia, grita sin control a los demás e incluso se encuentra insoportable durante días posteriores.



Este mal perdedor debería ser abordado inmediatamente por su entrenador. Este debería saber que tiene que actuar delicadamente frente a su equipo. Un tono de voz normal, sin sobresaltos, explicando que, factores extrínsecos a ellos han provocado esa derrota. Que no ha sido la mediocridad la que se ha visto reflejada en el terreno de juego sino la lucha. No es más que una derrota. Una experiencia de la cuál podemos extraer formas de mejora y de incremento del nivel, todavía más. Analizar errores en jugadas, en algunas técnicas, etc, todo ello con el fin último de conseguir, mediante un trabajo constante de ayuda del entrenador, erradicar esa conducta frente a la derrota.



A nadie le gusta perder, pero no podemos permitir que nadie actúe así por una derrota.

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